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Asma y déficit de vitamina D: una relación crucial para la salud respiratoria

Asma y déficit de vitamina D

El asma es una enfermedad respiratoria crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo, caracterizada por la inflamación y el estrechamiento de las vías respiratorias. Los síntomas, que van desde sibilancias y dificultad para respirar hasta tos y opresión en el pecho, pueden variar en gravedad y frecuencia, impactando significativamente la calidad de vida. Aunque sus desencadenantes son diversos, la investigación científica moderna ha puesto en el punto de mira un factor emergente en su manejo y progresión: la vitamina D. Lejos de ser solo un nutriente para huesos fuertes, este nutriente emerge como un potente modulador del sistema inmune y un posible aliado en la salud pulmonar.

La vitamina D: un nutriente multifuncional

Durante mucho tiempo, el papel principal de la vitamina D se centró en su función esencial para la salud ósea, al facilitar la absorción de calcio y fósforo en el intestino. Sin embargo, en las últimas décadas, la ciencia ha desvelado que esta vitamina liposoluble actúa, en realidad, como una hormona esteroidea. Su influencia se extiende a través de múltiples sistemas corporales, dado que sus receptores (VDR, del inglés Vitamin D Receptor) se encuentran en casi todas las células, incluyendo las del sistema inmunológico, lo que sugiere que la vitamina D desempeña un papel activo en la regulación de facetas específicas de la inmunidad humana (1).

La vitamina D es única porque nuestro cuerpo puede producirla. Cuando la piel se expone a la radiación ultravioleta B de la luz solar, un precursor del colesterol se convierte en vitamina D3 (colecalciferol). Esta forma inactiva debe ser hidroxilada en el hígado y luego en los riñones para transformarse en su forma biológicamente activa, el calcitriol (2).

Vitamina D y el asma: ¿Qué dice la ciencia?

Se ha observado que la insuficiencia de vitamina D puede estar asociada a diversas patologías pulmonares, que incluyen infecciones respiratorias y bacterianas, enfermedad pulmonar obstructiva, cáncer y asma. En este último caso, las investigaciones sugieren que las personas con asma a menudo presentan variaciones genéticas de la vitamina D (3).

Esta asociación ha impulsado una intensa investigación para entender si la deficiencia de vitamina D es simplemente un marcador de enfermedad grave o un factor que contribuye activamente a la patogénesis y progresión del asma. Los estudios epidemiológicos y ensayos clínicos han comenzado a arrojar luz sobre cómo la vitamina D podría influir en la inflamación crónica de las vías respiratorias, la hiperreactividad bronquial y la respuesta inmunológica desregulada que caracteriza esta enfermedad.

Una revisión sobre el papel de la vitamina D y el asma en población pediátrica, publicada en 2015, concluye que se han identificado mecanismos inmunológicos que dependen de esta vitamina, y que varios estudios han encontrado asociaciones clínicas favorables entre niveles adecuados de vitamina D y el asma. Por ello, sugiere que la suplementación con vitamina D sea probablemente útil en la prevención de enfermedades respiratorias agudas, así como para optimizar el manejo del asma. Además, respalda la recomendación de las guías endocrinas, que sugieren una ingesta diaria de vitamina D —ya sea por vía dietética o mediante suplementos— de entre 600 y 1000 UI para todos los niños y jóvenes de 1 a 19 años (4).

Un metaanálisis publicado en la Cochrane Database of Systematic Reviews en 2016, que incluyó 7 ensayos controlados aleatorios con casi 1.000 participantes entre niños y adultos, proporcionó resultados prometedores. La adición de suplementos de vitamina D al tratamiento estándar para el asma redujo la tasa de exacerbaciones graves de asma y disminuyó la necesidad de corticosteroides  para su manejo (5). Este hallazgo subraya el potencial de la vitamina D como una terapia adyuvante para mejorar el control del asma, aunque los autores señalaron la necesidad de más investigación para confirmar estos beneficios a largo plazo y en diversas poblaciones.

A una conclusión similar llegaron los autores de una revisión publicada en 2017 sobre este tema. En dicho estudio, concluyen que la vitamina D puede ser eficaz como terapia complementaria en el tratamiento del asma, y afirman que niveles más altos de vitamina D son necesarios para prevenir diversos problemas de salud (6).

Mecanismos potenciales de la vitamina D en asmáticos

La hipótesis de cómo la vitamina D ejerce sus efectos beneficiosos en el asma se basa en su amplia influencia sobre el sistema inmune y la fisiología pulmonar.

En una revisión publicada en 2013, se explica que, en los niños asmáticos, tener niveles bajos de vitamina D se ha relacionado con una forma más grave de la enfermedad. Esto se debe a que la vitamina D cumple un rol importante en el sistema inmunológico: actúa sobre varias células de defensa del cuerpo y ayuda a controlar la inflamación. Por ejemplo, estimula unas células llamadas linfocitos T reguladores, que pueden calmar las respuestas inmunes exageradas propias del asma, y también favorece la producción de IL-10, una sustancia que reduce la inflamación. Al mismo tiempo, la vitamina D ayuda a frenar la acción de otros linfocitos que producen IL-17, una sustancia inflamatoria que suele estar elevada en los casos severos de asma.

El mismo estudio continúa explicando que, cuando hay poca vitamina D en el organismo, se produce un desequilibrio: sube la IL-17 (proinflamatoria) y baja la IL-10 (antiinflamatoria). Este desequilibrio se ha observado en estudios con niños asmáticos, donde también se notó que los niveles bajos de vitamina D estaban relacionados con un aumento de otras sustancias inflamatorias y una menor capacidad del sistema inmune para regular esas respuestas.Esto ha llevado a pensar que dar suplementos de vitamina D podría ayudar a mejorar este equilibrio en los niños con asma y así lograr una evolución más favorable de la enfermedad.

Por otro lado, según esta revisión, el tratamiento principal del asma son los corticoides inhalados, que ayudan a controlar la inflamación de los bronquios. Sin embargo, se ha observado que los niños con niveles bajos de vitamina D suelen necesitar dosis más altas de corticoides, tanto orales como inhalados. La vitamina D parece potenciar el efecto de los corticoides, ya que ambas favorecen la producción de IL-10, la sustancia antiinflamatoria mencionada anteriormente (7).

Otras investigaciones sugieren que los niveles adecuados de vitamina D se correlacionan con una mejor función pulmonar, medida por parámetros como el volumen espiratorio forzado en el primer segundo (FEV1) y la capacidad vital forzada (FVC) (8).

Por otra parte, las infecciones virales y bacterianas de las vías respiratorias son desencadenantes comunes y significativos de las exacerbaciones del asma. La vitamina D fortalece la inmunidad innata, la primera línea de defensa del cuerpo contra los patógenos. Promueve la producción de péptidos antimicrobianos, como la catelicidina y las beta defensinas, que tienen actividad antibacteriana y antiviral directa. Un sistema inmune más robusto, apoyado por niveles óptimos de vitamina D, podría teóricamente reducir la frecuencia y la gravedad de estas infecciones, y por ende, disminuir la carga de las exacerbaciones asmáticas (9).

Factores de riesgo del déficit de vitamina D

A pesar de la importancia de la vitamina D, el déficit es una preocupación de salud pública global. Varios factores contribuyen a la prevalencia de niveles bajos:

  • Exposición solar insuficiente: la principal fuente natural de vitamina D es la exposición de la piel a la luz UVB del sol. Sin embargo, vivir en latitudes altas, el uso constante de protector solar, cubrir la piel de forma extensa, pasar la mayor parte del tiempo en interiores, y tener piel oscura (la melanina reduce la síntesis de vitamina D) limitan la producción cutánea.
  • Dieta pobre en vitamina D: pocos alimentos contienen naturalmente vitamina D en cantidades significativas. Los alimentos fortificados ayudan, pero a menudo no son suficientes para cubrir las necesidades diarias, especialmente en poblaciones con dietas restrictivas.
  • Problemas de absorción y metabolismo: ciertas condiciones médicas afectan la capacidad del cuerpo para absorber o metabolizar la vitamina D. Estas incluyen enfermedades de malabsorción como la enfermedad celíaca, la enfermedad de Crohn, la fibrosis quística, y condiciones hepáticas o renales que alteran la activación de la vitamina. La cirugía bariátrica también es un factor de riesgo importante debido a la alteración de la absorción intestinal.
  • Obesidad: la vitamina D es una vitamina liposoluble y se almacena en el tejido adiposo. En personas con obesidad, una mayor cantidad de vitamina D puede quedar «secuestrada» en la grasa, reduciendo su disponibilidad en la circulación sanguínea y sus efectos biológicos.
  • Edad avanzada: a medida que envejecemos, la capacidad de la piel para sintetizar vitamina D a partir de la exposición solar disminuye. Además, las personas mayores pueden pasar menos tiempo al aire libre y tener una ingesta dietética más limitada (2).

Fuentes de vitamina D para una salud óptima

Mantener niveles adecuados de vitamina D es un componente esencial de la salud general y, potencialmente, del manejo del asma. Las principales formas de obtener vitamina D incluyen:

Exposición solar segura: una exposición moderada y regular al sol es la forma más natural de obtener vitamina D. Generalmente, entre 10 y 30 minutos de exposición solar en brazos y piernas, varias veces por semana (dependiendo de la latitud, la estación, la hora del día y el tipo de piel), puede ser suficiente para muchas personas. Sin embargo, es crucial evitar las quemaduras solares y adoptar medidas de protección adecuadas.

Alimentos ricos en vitamina D: aunque pocos alimentos la contienen de forma natural en grandes cantidades, son una parte importante de la estrategia:

  • Pescados grasos: el salmón, la caballa, el atún y las sardinas son excelentes fuentes. Por ejemplo, una porción de salmón puede proporcionar gran parte de la ingesta diaria recomendada.
  • Yemas de huevo: contienen vitamina D, aunque en menor cantidad.
  • Hígado de res: es una fuente moderada.
  • Hongos: algunos hongos, especialmente los expuestos a luz UV, pueden contener vitamina D2.
  • Alimentos fortificados: muchos productos alimenticios están enriquecidos con vitamina D, como la leche de vaca y bebidas vegetales (almendra, soja, avena), algunos cereales para el desayuno, yogures y jugos de naranja. Es importante revisar las etiquetas para identificar estos productos (2).

Suplementos de vitamina D: para muchas personas, especialmente aquellas con un alto riesgo de deficiencia o con condiciones médicas que afectan la absorción, los suplementos de vitamina D son la forma más eficaz de alcanzar y mantener niveles óptimos. Los suplementos están disponibles en dos formas principales: vitamina D2 (ergocalciferol) y vitamina D3 (colecalciferol) (2). La vitamina D3 es generalmente la preferida porque se ha demostrado que eleva y mantiene los niveles de 25-hidroxivitamina D en la sangre de manera más eficiente. La dosis de suplementación debe ser individualizada y siempre determinada por un profesional de la salud, quien considerará los niveles séricos actuales, la exposición solar, la dieta y las condiciones médicas subyacentes.

Consideraciones clínicas y recomendaciones

La creciente evidencia sobre la interconexión entre la vitamina D y el asma subraya la necesidad de que los profesionales de la salud consideren el estado de la vitamina D en el manejo de sus pacientes asmáticos. Sin embargo, esta decisión debe responder al criterio del médico tratante. En ese caso, es posible que se considere:

  1. Evaluación de niveles: es recomendable que los pacientes con asma, especialmente aquellos con enfermedad grave o exacerbaciones recurrentes, se sometan a una prueba de sangre para medir sus niveles de vitamina D. Esto permitirá identificar deficiencias o insuficiencias.
  2. Suplementación dirigida: si se detecta un déficit, es posible que el médico tratante considere la suplementación con vitamina D como un adyuvante al tratamiento estándar del asma. Es crucial enfatizar que la vitamina D no reemplaza los medicamentos broncodilatadores o los corticosteroides inhalados, que son el pilar del tratamiento del asma. Más bien, se contempla como una estrategia para optimizar la respuesta al tratamiento y reducir la carga de la enfermedad.
  3. Monitoreo y ajuste: la suplementación debe ser monitoreada para asegurar que los niveles se eleven a un rango óptimo, aunque esto puede variar según las guías clínicas y la consideración médica individual). Los ajustes en la dosis de suplemento pueden ser necesarios con el tiempo.
  4. Enfoque integral: el manejo del asma es complejo y requiere un enfoque integral. Además de la vitamina D, otros factores del estilo de vida, como una dieta equilibrada, el ejercicio regular, evitar los desencadenantes conocidos y el manejo del estrés, son igualmente importantes para el control óptimo de la enfermedad.

La relación entre la vitamina D y el asma es un campo de investigación prometedor que ha transformado nuestra comprensión de cómo los nutrientes pueden influir en la función inmunológica y la salud respiratoria. Si bien la vitamina D no es una cura para el asma, la evidencia actual sugiere que mantener niveles adecuados de esta vitamina puede ser una estrategia valiosa para reducir el riesgo de exacerbaciones asmáticas, mejorar el control de los síntomas y, en última instancia, mejorar la calidad de vida de las personas que viven con asma. La medición de los niveles de vitamina D y la suplementación adecuada, bajo la supervisión de un profesional de la salud, representan un paso prometedor hacia una gestión más completa y eficaz de esta compleja enfermedad respiratoria.

Referencias

  1. Hewison M. Vitamin D and the immune system: new perspectives on an old theme. [Internet]. Endocrinology and metabolism clinics of North America. 2010. [Consultado el 05 de junio de 2025]. Disponible en: https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC2879394/
  2. Vitamin D [Internet].NIH Office of Dietary Supplements. 2024. [Consultado el 05 de junio de 2025]. Disponible en: https://ods.od.nih.gov/factsheets/VitaminD-HealthProfessional/
  3. Huang, H., Porpodis, K., Zarogoulidis, P., Domvri, K., Giouleka, P., Papaiwannou, A., Primikyri, S., Mylonaki, E., Spyratos, D., Hohenforst-Schmidt, W., Kioumis, I., & Zarogoulidis, K.  Vitamin D in asthma and future perspectives. [Internet]. Drug design, development and therapy. 2013. [Consultado el 05 de junio de 2025]. Disponible en:https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC3785396/
  4. Bantz, S. K., Zhu, Z., & Zheng, T. The Role of Vitamin D in Pediatric Asthma [Internet]. Annals of pediatrics & child health. 2015. [Consultado el 05 de junio de 2025]. Disponible en:https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC4415725/
  5. Martineau AR, Cates CJ, Urashima M, Jensen M, Griffiths AP, Nurmatov U, et al. Vitamin D for the management of asthma [Internet]. Cochrane Database of Systematic Reviews. 2016. [Consultado el 05 de junio de 2025]. Disponible en: https://www.cochranelibrary.com/cdsr/doi/10.1002/14651858.CD011511.pub2/full#CD011511-abs-0001
  6. Ali, N. S., & Nanji, K. A Review on the Role of Vitamin D in Asthma. Cureus. 2017. [Consultado el 05 de junio de 2025]. Disponible en: https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC5491340/
  7. Herrera G, Ana María. Vitamina D y asma: artículo de revisión [Internet]. Revista chilena de enfermedades respiratorias. 2013.[Consultado el 05 de junio de 2025]. Disponible en: https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-73482013000300004
  8. Black PN, Scragg R. Relationship between serum 25-hydroxyvitamin d and pulmonary function in the third national health and nutrition examination survey. [Internet]. Chest. 2005.[Consultado el 05 de junio de 2025]. Disponible en: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/16354847/
  9. Aranow C. Vitamin D and the immune system [Internet]. Journal of investigative medicine: the official publication of the American Federation for Clinical Research. 2011. [Consultado el 05 de junio de 2025]. Disponible en: https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC3166406/
Dirección Médica de Laboratorios Farma y Gerencia de Asuntos Regulatorios

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Material revisado por equipo multidisciplinario de profesionales de la salud, conformado por Médico Internista, Hematólogo, Anestesiólogo y Farmacéuticos.