El clima no solo define si llevamos paraguas, nos ponemos abrigos o usamos más bloqueador solar: también juega un papel clave en cómo respiramos. Desde el aire gélido que nos hace toser hasta el smog que nubla las ciudades, el clima y las condiciones ambientales tienen un impacto directo en la salud respiratoria.

Enfermedades como las alergias, el asma, la bronquitis  y otras infecciones pulmonares pueden acentuarse por circunstancias climáticas como el frío extremo, las olas de calor, la contaminación del aire y los cambios estacionales.

El Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental de Estados Unidos calcula que 9 de cada 10 personas que viven en las zonas urbanas están afectadas por la contaminación del aire. Mientras que la Organización Mundial de la Salud indica que la contaminación del aire es un importante factor de riesgo ambiental que  agrava diversas afecciones respiratorias.

¿Cómo afecta el frío a la salud respiratoria?

Aunque el frío no es una causa directa de enfermedades respiratorias, sí puede hacer más vulnerable nuestro sistema respiratorio. 

El aire frío y seco, común de las temporadas con temperaturas más bajas, puede irritar las vías respiratorias, provocando inflamación y aumentando la producción de moco. Además, al resecarse las mucosas, se debilita su capacidad de actuar como barrera protectora contra agentes infecciosos como virus y bacterias. 

A esto se le suma que en invierno o en los meses más fríos del año en países como Venezuela (diciembre a febrero), es cuando suelen circular más virus como la influenza, el rinovirus y el COVID-19.

Las enfermedades crónicas que pueden empeorar cuando coinciden todas estas condiciones son: 

• Asma: las vías respiratorias de las personas con asma están inflamadas, por tanto, cuando respiran aire frío y seco pueden desencadenarse broncoespasmos (contracción de los músculos bronquiales), generando brotes de la enfermedad con síntomas característicos como:  tos, sibilancias, abundante mucosidad y dificultad para respirar. 

• Bronquitis crónica: las bajas temperaturas impactan directamente a estos pacientes, favoreciendo la recurrencia de infecciones virales y bacterianas.  

• Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC): los pacientes experimentan mayor dificultad para respirar, puesto que la exposición a las bajas temperaturas ocasiona constricción en los bronquios, lo que dificulta tanto el flujo de aire como la eliminación del moco acumulado. 

Los riesgos en época de calor y por contaminación

Las cifras de la Organización Mundial de la Salud son contundentes: más del 90% de la población mundial respira aire con niveles peligrosos de contaminación, lo que contribuye a 7 millones de muertes anuales por enfermedades respiratorias.

Y en épocas de calor las consecuencias son notables. Las altas temperaturas, especialmente en zonas urbanas con alta contaminación, generan riesgos como:

• Aumento de ozono y partículas finas (PM2.5): cuando hace mucho calor, especialmente en las ciudades urbanizadas, se forma ozono troposférico u ozono a nivel del suelo  (diferente al que protege la atmósfera). Este gas, junto con las partículas PM2.5 (50 veces más pequeñas que un cabello), penetra profundamente en los pulmones, lo que origina inflamación y afecta la función respiratoria.

El Observatorio Europeo de Clima y Salud explica que el ozono troposférico irrita los bronquios y genera síntomas como tos seca y sensación de compresión en el pecho. Añade que, está comprobado que en días calurosos aumenta la concentración de este gas y hasta personas sanas pueden sentir fatiga al respirar. En lo que respecta a las PM2.5, partículas tóxicas, provenientes de carros, fábricas e incendios, desencadenan inflamación crónica y se han asociado a largo plazo con  EPOC y cáncer de pulmón.

• Agudización de alergias: el calor intenso y la sequía elevan los niveles de polen, ácaros y polvo, que son desencadenantes de la rinitis alérgica. De igual forma, los hongos proliferan cuando hay lluvias, que en sitios como Venezuela, coinciden con los meses de más calor. Los síntomas que se desprenden de este panorama son picor de ojos y nariz, goteo y congestión nasal, además de exacerbar las crisis de asma en personas alérgicas.

• Deshidratación de las mucosas: el aire caliente elimina la humedad natural y reseca las vías respiratorias, facilitando cuadros de inflamación como sinusitis y faringitis.

• Irritación, goteo nasal y complicaciones asociadas al humo: los incendios forestales son más comunes en épocas de calor y sequía. Las partículas microscópicas del humo pueden penetrar las vías respiratorias y ocasionar 

ardor en los ojos, goteo nasal, tos, flema, sibilancias y dificultad para respirar.

Cambios estacionales y alergias

La transición entre estaciones, activa una tormenta perfecta de alérgenos. Estos cambios de temperatura y condiciones ambientales, especialmente entre primavera y otoño, traen consigo:

• Mayor concentración de alérgenos (polen, ácaros, esporas de hongos).
• Variaciones bruscas de temperatura, que debilitan las defensas naturales del sistema respiratorio.
• Aumento de infecciones virales (gripe, resfriados, COVID-19).

En esas épocas del año, los cambios bruscos de temperatura (frío mañanero vs. calor diurno) inciden de la siguiente manera:

• Vasos sanguíneos: se contraen con el frío, reduciendo el flujo sanguíneo que nutre a las células de defensa de las mucosas.
• Cilios respiratorios: estas pequeñas «vellosidades» que barren gérmenes disminuyen su movilidad o se paralizan con el frío húmedo.

Distintas  investigaciones también han concluido que el calentamiento global está alargando las temporadas de alérgenos como el  polen, lo que aumenta la probabilidad de que se agudizen los problemas respiratorios como la rinitis alérgica y el asma.

Respira fácil: consejos para todos los climas

En épocas de frío

• Cubrirse la nariz y la boca con una bufanda para calentar el aire antes de inhalarlo.
• Mantener una buena hidratación para evitar la sequedad de las mucosas.
• Vacunarse contra la gripe y el neumococo (especialmente niños y adultos mayores)

En temporadas de calor y alta contaminación

• Evitar actividades al aire libre en horas de mayor polución (mediodía y tarde).
• Usar mascarillas en zonas urbanas con tráfico intenso.
• Mantener espacios interiores ventilados, pero con filtros de aire si es posible.

Durante cambios estacionales

• Limpiar frecuentemente el hogar para reducir ácaros y polvo.
• Fortalecer el sistema inmunológico con vitamina C, D y una dieta equilibrada.
• Consultar con un alergólogo si hay síntomas persistentes (estornudos, tos seca).

Conclusión:

Los fenómenos climáticos pueden ser un factor de riesgo para enfermedades respiratorias, pero con prevención y cuidados adecuados, es posible minimizar su impacto. En Laboratorios Farma recomendamos estar atentos a las alertas ambientales, seguir hábitos saludables y consultar a un especialista ante cualquier síntoma persistente. 

Fuentes