Desde épocas muy remotas, los romanos utilizaban el período de ascenso de la estrella Sirio o cunícula (24 de julio a 24 de agosto) para irse de la ciudad hacia el campo a descansar. Le llamaban período cunicular. En la Edad Media, al contrario, se hacía un espacio de tiempo para alejarse de las ciudades donde reinaban las pestilencias y las enfermedades. Así, también las diferentes religiones se hacían espacios para el reposo, la oración y la reflexión. Hoy en día, las vacaciones son períodos no laborables para el descanso y el ocio. Sin embargo, en ocasiones, debido al cambio en algunas costumbres, en lugar de alejarnos de las enfermedades nos acercan a algunas de ellas, como la diarrea.
La diarrea consiste en la deposición (evacuación) de heces líquidas y en mayor frecuencia de lo habitual, tres o más veces al día. Según su duración, la diarrea se clasifica en aguda, persistente y crónica, siendo la diarrea aguda aquella que dura menos de 7 días, la persistente 1-2 semanas, la crónica más de 3 semanas.
Las causas más frecuentes de diarrea son las infecciones intestinales por virus y bacterias. Pero cuando la diarrea aparece durante las vacaciones suele asociarse a la ingestión de alimentos contaminados por toxinas bacterianas (sustancias tóxicas producidas por las bacterias), las mismas bacterias o por parásitos.
Cuando la diarrea aparece durante un paseo fuera de nuestra ciudad se le llama diarrea del viajero, y puede afectar hasta a 40% de las personas que salen a vacacionar.
Asumimos que la diarrea durante las vacaciones tiene que ver solamente con los cambios en nuestra dieta. ¿Cómo resistirse a las empanaditas y sus salsas, a los productos “fresquecitos” directos del mar, a la comida rápida, etc.? Sin embargo, otro factor que influye en la salud intestinal es el cambio de lugar. Es decir, nuestro organismo entra en contacto con gérmenes nuevos que están presentes en todas partes, no sólo en los alimentos y en el agua, sino también en los objetos que tocamos. Si no nos lavamos las manos con frecuencia, o por lo menos antes de comer, estamos incorporando estos gérmenes a nuestro cuerpo.
Entonces, mientras nos habituamos a las nuevas condiciones ambientales, podemos presentar episodios diarreicos, o es posible que realmente nos hayamos intoxicado con alguna sustancia ingerida. Las diarreas asociadas a las vacaciones suelen ser diarreas agudas no complicadas, y responden favorablemente con medidas de hidratación, antibióticos no absorbibles, y con antidiarreicos si no mejoran en las primeras 24 horas.
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Recomendaciones para evitar que la diarrea arruine tus vacaciones
- Prefiere agua o bebidas embotelladas.
- Elige tomar bebidas sin hielo.
- Opta por ingerir alimentos cocidos y sin salsas, en especial si son mariscos.
- Evita en lo posible la comida de vendedores ambulantes.
- Come frutas sin piel y verduras cocidas.
- Busca bañarte en piscinas que se encuentren limpias, evita pozos donde haya poca circulación del agua y grandes multitudes.
- Si vas con niños o ancianos y hacen viajes cortos, recuerda llevar el agua hervida.
- Lávate las manos siempre que vayas a comer.
Pero si la diarrea aparece, ¿qué puedo hacer?
- Lo más importante es evitar la deshidratación. Apenas comience la diarrea debes aumentar la ingesta de líquidos.
- Prefiere alimentos a base de arroz, frutas sin piel, carnes con poca grasa y comidas tostadas; evita los lácteos.
- Si no dispones de sobres de rehidratación oral, puedes preparar un suero casero hecho con 1 litro de agua al que se añaden 6 cucharaditas rasas de azúcar y 1 cucharadita rasa de sal.
- Puedes usar antidiarreicos. La loperamida (Antilax®) está indicada y recomendada a nivel mundial para mejorar los síntomas de la diarrea del viajero. No debe administrarse a niños.
- Para un uso adecuado de antibióticos, debes consultar con tu médico.
- La fiebre, el dolor abdominal persistente y la presencia de moco o sangre en las heces son signos de alarma. Debes consultar al médico antes de realizar cualquier medida más allá de la hidratación y cambios en la alimentación.
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