El dióxido de carbono (CO2) es un gas compuesto por dos átomos de oxígeno y uno de carbono, este se encuentra en la naturaleza de forma gaseosa, producto de la quema de cualquier sustancias que lo contiene.
Desde de la Revolución Industrial, la presencia de CO2 en el ambiente ha aumentado de manera acelerada, esto ha provocado la aparición de mayor concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. Su principal impacto se ve reflejado en el cambio climático, aunque no se detiene allí. Estos gases en la atmósfera retienen parte del calor del sol, lo que permite que la Tierra no sea únicamente de hielo. Sin embargo, el aumento de los gases provoca un desequilibrio en el sistema y el clima cambia.
Sequías, glaciares que se derriten, olas de calor más intensas, aumento del nivel del mar y la destrucción de ecosistemas que esto conlleva, serán algunas de las consecuencias de no hacer cambios a tiempo. Es por ello que, durante la Cumbre sobre la Acción Climática del 2019, 77 países y más de 100 ciudades se comprometieron a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a cero para 2050.
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Emisiones de CO2 en 2020
La Organización Meteorológica Mundial afirma que, a pesar de la reducción de actividades consecuencia de la pandemia de la COVID-19, las concentraciones de CO2 siguen aumentando y no tendrá un impacto duradero sobre los niveles de gases en la atmósfera. Calculan que la reducción de emisiones en 2020 representa solo la reducción del 0,01°C en el calentamiento global para 2050.
El Programa para el Medio Ambiente señala que los esfuerzos se deben concentrar en llegar a cero emisiones de CO2 para que se detenga el calentamiento global y comiencen a revertirse los efectos causados por estos gases por décadas en el planeta Tierra.
Acciones a tomar
Para alcanzar la meta de cero emisiones de CO2 para el 2050, es necesario, principalmente, que los gobiernos y las industrias se enfoquen en hacer los países y empresas más sostenibles. El uso de energías renovables, cambio a combustibles más limpios, mejoras en la eficiencia de los procesos de combustión y crear sistemas de educación ambiental, son algunas de las acciones que debe llevar a cabo.
También es necesaria la participación de cada individuo en este proceso de cambio:
- Reducir, reutilizar, reciclar. Si bien el más mencionado es el reciclaje, el verdadero cambio está en reducir el consumo de materiales cuyo proceso de descomposición es más lento o complejo, como algunos tipos de plástico, por ejemplo. Aprovechar al máximo la vida útil de los productos y darle una nueva utilidad a productos descartados.
- Desplazarse de forma sostenible. El transporte es un gran emisor de CO2. El transporte público, la bicicleta o ir a pie pueden ser más amigables con el medio ambiente.
- Hacer uso consciente de las energías. El uso desmedido de energías provoca el descontrol de las emisiones de CO2.
- Reforestación y protección de los ecosistemas. Los árboles son capaces de limpiar el aire, ya que absorben CO2 y emiten oxígeno, gas vital para todos los habitantes de la Tierra.