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Los virus, las bacterias y los parásitos nos van a acompañar de manera irremediable, pues compartimos el mismo planeta. Sin embargo, la posibilidad de que nos provoquen enfermedades dependerá de cuan fuerte seamos para enfrentarlos.

El principal mecanismo de defensa que tenemos frente a dichos gérmenes es nuestro sistema inmune. El sistema inmune es un órgano más, solo que está distribuido por todo el cuerpo y depende considerablemente de nutrientes que son clave para un mejor desempeño.

La vitamina C, por ejemplo, aunque es indispensable para nuestro organismo, no podemos producirla ni almacenarla, por lo tanto debemos obtenerla desde los alimentos (frutas y verduras) o suplementos.

Sin la vitamina C, el cuerpo no puede producir colágeno de buena calidad. El colágeno es necesario para construir y mantener la piel y las mucosas, que son nuestra primera línea de defensa contra agentes extraños. También se requiere el colágeno para tener huesos y articulaciones sanas. Contribuye con la producción y mantenimiento de las células de defensa y por sus acciones antioxidante disminuye el efecto negativo que tienen los llamados radicales libres (sustancias tóxicas) sobre las mismas y en otros tejidos del cuerpo.

Por otro lado, el zinc es un oligoelemento crucial para el funcionamiento de más de 100 proteínas del cuerpo llamadas enzimas. Algunas de estas enzimas regulan directamente la multiplicación celular, la producción de diferentes hormonas y el crecimiento en los niños.

En el sistema inmune, el zinc afecta de forma importante la función de unas células llamadas linfocitos. Los linfocitos se encargan de la producción de anticuerpos contra virus y bacterias. También es importante en la cicatrización de las heridas. La deficiencia de zinc se asocia a una mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias y enfermedades diarreicas.

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Zinc y vitamina C: ¿Juntos o separados?

Tanto el zinc como la vitamina C han mostrado, cada uno por su parte, que son importantes para mejorar el funcionamiento inmunológico y para reducir el riesgo de distintas enfermedades.

  • La vitamina C ha mostrado que puede reducir el tiempo de duración de los síntomas de la gripe y en un estudio más reciente, realizado en más de 14oo soldados coreanos, la administración de vitamina C se asoció a una menor frecuencia de resfriado común en comparación a los que no la recibieron.
  • El zinc, al igual que la vitamina C, ha mostrado que contribuye con la reducción en la duración de los síntomas por infecciones respiratorias y también con el número de episodios de las mismas. En el caso de enfermedades diarreicas la administración de suplementos de zinc redujo la duración y severidad de los episodios de diarrea.

La combinación de zinc y vitamin mejora los diferentes niveles de defensa del organismo, desde los mecanismos de barrera como es garantizar la integridad de la piel y las mucosa, favoreciendo la cicatrización de las heridas, estimula la multiplicación, crecimiento y funcionalidad de las células inmunes, contribuye con la producción de anticuerpos y brinda protección antioxidante complementaria contra los radicales libres que acortan la vida de las células inmunes.

La deficiencia de zinc y vitamina C predisponen a sufrir infecciones virales como el resfriado común y la gripe, también enfermedades diarreicas e infecciones bacterianas. El uso combinado de zinc y vitamina C ha mostrado efectos beneficiosos sobre los síntomas del resfriado y la gripe, como la rinorrea y el malestar, sin reporte de efectos desagradables, por lo cual hay  una sólida justificación para considerar la combinación de zinc y vitamina C para apoyar la función inmune, a fin de aprovechar mejor el potencial de defensa del cuerpo.